Vega del río



Antes de la construcción del Embalse del Negratín, existía una ampliaba vega donde se cultivaban diferentes tipos de productos, tanto para consumo humano como para las bestias. Estas ayudaban a los granjeros en las tareas de cultivo y transporte de la producción hasta el pueblo, que se encontraba a unos 6 km de la orilla del Río Guadiana Menor.


Mediante muros de palos, piedras y maleza que atravesaban el río, llamados Caballos, se montaba el agua por una acequia general que regaba toda la cuenca del río desde la jurisdicción de Zújar hasta donde actualmente se encuentra la presa.

En esa vega se cultivaba cereales, hortalizas y olivos, entre otros muchos tipos de árboles frutales como membrilleros, perales, melocotoneros y albaricoqueros.

A las orillas del río, existían alamedas y choperas que dejaban entrever desde la distancia el curso del río en su recorrido hacia el oeste - De estas choperas se recogían las setas de chopo tan apreciadas por los lugareños.

Era un río abundante para la pesca de boga y barbo, se practicaba la pesca a pulmón bajando a los pozos llamados piélagos, donde se podía pescar sin necesidad de artilugios y sacando los peces con las propias manos. En especial había un pilón, llamado Piélago la Gata, donde a todos les gustaba sumergirse a pescar, ya que era el más profundo.

Los pescadores furtivos utilizaban prácticas poco convencionales para la pesca. Lanzaban cartuchos de dinamita en los piélagos para obtener un mayor número de peces en muy poco tiempo.

Había otro tipo de pesca que consistía en atravesar el río con una red llamada trasmallo. Tras colocarla a través del rio, se golpeaba el agua y las piedras con palos, rio arriba, estos peces bajaban y quedaban enganchados en la red. Era un sistema de pesca muy rápido y eficiente.

Con las crecidas del río, normalmente a finales de verano y comienzo del otoño, y a consecuencia de las fuertes lluvias y tormentas que se producían en la zona, el río bajaba embravecido, aumentando en 3 o 4 veces su caudal habitual. Arrastrando consigo mucho lodo, piedras, palos, etc.. que entraban en la acequia, antes mencionada, dejando inservible el método de riego. Posteriormente, y con la bajada de las aguas del río, se secaban un poco todos aquellos materiales que al agua había arrastrado y los lugareños bajaban a limpiar la acequia a fuerza de pala y azadón, volviendo a restaurar el sistema de riego existente.

Era uno de los trabajos más duros junto con la recogida de esparto.

También, con las crecidas del río y el agua turbia, los peces entraban aturdidos por las acequias, al igual que entraban todos los materiales arrastrados por la corriente, y éstos quedaban varados en la misma hasta el siguiente día, que con la bajada de las aguas, los lugareños podían coger los peces fácilmente.

En los olivares cercanos al rio y que eran más bien de secano, existían infinitas alcaparreras que cuando los habitantes de Freila bajaban al rio desde el pueblo para recoger hortalizas del momento o frutas, a su vuelta, andando o con una burra, paraban a recoger alcaparras y alcaparrones para ganarse un jornal.

Antiguamente, a la altura de donde hoy se encuentra la majestuosa presa, se hallaba una barcaza que servía de paso para cruzar el rio cuando éste bajaba bravo y no era posible cruzarlo a pie o con bestias.

Esta barcaza era utilizada por todas las personas que querían cruzar a la otra orilla del rio.
Era una barcaza de gran capacidad, donde cabían hasta 5 o 6 bestias cargadas de esparto con sus respectivos dueños y el barquero.
Se pagaba una o dos pesetas por persona y bestia.

Era un medio de transporte manual, no disponía de ningún automatismo que pudiera hacer mover aquella barcaza automáticamente, se movía a través de una maroma, y consistía en un cable de lado a lado del río y que el barquero se encarga de tirar para mover la barcaza.

En verano no era demasiado utilizada ya que el rio podía cruzarse por diferentes vados debido a su poco caudal.
Algunos descendientes del barquero aun residen en el pueblo.

Existía un amplio olivar donde se producía el 80% de la aceituna que era recolectada por los lugareños. La cual posteriormente se prensaba y se convertía en aceite en el mismo pueblo. A consecuencia del embalse estos olivares se verían afectados por la crecida de las aguas, lo cual conllevó a su tala total y convertidos en leña para el consumo de chimeneas y hornos.

Había diferentes aldeas que quedaron sumergidas con la subida de las aguas después de la construcción de la presa. Como por ejemplo Cortijo Seco, Las Cuevas del Rollo o Casa Blanca, también existían diferentes cortijos aislados, como Buena Vista, Cortijo Cantario o El Contaor, La Gata, Maruq, La Cueva del Torivio, La Cabañuela, etc.. entre otros muchos ,que se vieron obligados a marcharse por la expropiación de las tierras a consecuencia de la inundación proyectada.

Aproximadamente entre los años 60, recuerda quien narra estos pasajes por la historia, ante la escasez de leña para la matanza del marrano, se pedía un permiso para poder sacar los tocones que quedaban después del corte del chopo casi arras de tierra en la orilla del rio . Se escarbaba con un azadón de monte hasta llegar a lo más hondo posible, una vez sacado se rajaba por la mitad o en cuatro partes y se transportaba en un serón con una bestia hasta el pueblo, donde se utilizaba para calentar las calderas.

Fueron buenos tiempos pasados, donde la amistad con la gente era familiar, se ayudaban unos a otros en las diferentes tareas que exigía el momento. Unos hacían chozas con palos y ramas para guarecerse de los días estivales más calurosos o los días más fríos del invierno, otros cultivaban grandes extensiones de trigo, maíz, cebada, alfalfa, etc, otros regaban sus tierras cuando les tocaba la tanda, que ya se encargaba “el guarda ríos” de avisarles. En definitiva había una gran colaboración entre unos y otros para conllevar las tareas más fácilmente.

Resumiendo, para el que narra , presume de que aquellos tiempos en los que se cultivaba la vega del rio tenía una actividad diferente, gustaba más que la imagen que proyecta ahora las aguas sobre lo que fue la gran riqueza del pueblo.